Como adelantamos en una entrega anterior, el impacto de un proyecto o programa social es lo que sucede después de que tu programa termina, las pruebas patentes de que has logrado el fin último que te proponías con tu iniciativa.
El reto de toda medición es demostrar qué habría sucedido si tu programa no se hubiese ejecutado. Entonces, entender el impacto implica:
Debes tener una “foto” de la situación antes de intervenirla y una o varias después de tu intervención. De hecho, casi podríamos decir que el impacto social es posible solo a largo plazo.
Tú puedes medir cosas que te digan si estás en el rumbo correcto, porque las victorias tempranas también son necesarias en estos casos, pero hay cosas que requieren tiempo para ser comprobadas.
Una manera que tal vez te resulte útil para determinar en qué momentos medir y qué cosas medir, puede ser considerar la Teoría del cambio, que es la cadena de cosas que deben suceder para llegar al objetivo final.
Si tienes esa cadena en tu mente, puedes identificar mejor cuáles son las variables a medir y los mejores momentos para hacerlo.
Si aun no tienes desarrollada la Teoría del Cambio te invito a revisar un taller que hemos preparado para ayudarte a construirla: IR AL TALLER
Es necesario decir que la disposición a medir y a aceptar los resultados de ese proceso, es lo primordial.
Se trata de un autoexamen que puede arrojar resultados que no te gusten, pero puedes aprender mucho sobre lo que estás haciendo y hacer más efectiva tu inversión de tiempo y dinero en el proyecto.
Aunque parezca una pregunta retórica, la verdad es que hace falta aclararlo: medir el impacto de tu programa o proyecto, te ayuda a verificar la efectividad de tus acciones tantas veces como quieras.
Generalmente, las organizaciones se lanzan a medir impacto para recaudar más fondos, porque el financista potencial le pide esos datos antes de invertir. Y eso tiene un gran valor, pero hay una razón que tal vez es más importante: te ayuda a indagar en lo que tu programa social debe tener para lograr su objetivo.
Si ves la medición de impacto como una vía para levantar fondos, puedes correr el riesgo de esperar que los resultados sean positivos. En cambio, si la ves como una forma de verificar la efectividad del proyecto, puedes identificar aspectos que te permitan rectificar el rumbo hacia tu meta y eso, en sí mismo, ya es ganancia.
Y si puntualizamos un poco más, las ventajas de realizar una medición de impacto, pueden ser:
La medición de impacto genera un proceso de reflexión interno que termina incidiendo en otros procesos de la organización como: planificación, asignación de recursos, perfil de contratación de empleados, etc.
Además, cuando una organización somete a medición alguno de sus programas es inevitable que quiera aplicarlo al resto de sus proyectos y procesos, con lo cual gana en eficiencia y efectividad.
Es por eso que el diseño de una medición de impacto en sí mismo es una manera de fortalecer institucionalmente a las organizaciones. Por otra parte, las organizaciones que hacen buenas mediciones ganan visibilidad y se convierten en un ejemplo que otras querrán imitar.
Una ventaja que suele pasarse por alto, es la que se relaciona con la acumulación de evidencia que ocurre cuando hay procesos de medición sobre un problema social en concreto.
Mientras más organizaciones hagan medición de impacto y, en consecuencia, logren demostrar con datos su impacto social, mayor evidencia habrá sobre lo que funciona para resolver los principales problemas sociales del mundo.
La evidencia que genera la medición de impacto permite a las comunidades apropiarse de esa información y aplicar por sí mismas las mejores prácticas en el abordaje de sus propios problemas.
En definitiva, se trata de comprender que el impacto social es el cambio verificable que ocurre en la vida de las personas que reciben tu programa social y si te animas a hacerla, verás que también mejora el propio programa y la gestión de la organización.